31 de maig 2007

La serpiente


Hace unos días, mientras iba a la uni, me encontré una serpiente en el camino. Salió de unos matorrales y se quedó quieta al verme. Era la típica serpiente de color verde militar, sin nada destacable. Mediría unos tres palmos y era flacucha. Yo también me quedé quieta. Y pensé: oh, le haré una foto para el blog! Empecé a sacar el móvil para tomar la foto, pero cuando aún no la había podido fotografiar se enroscó y se escondió entre los matorrales. Y me quedé sin foto, vaya.

Pero me acordé que hará cosa de un año entró una serpiente pequeñita en casa y sí le hice una foto. Estaba en el estudio, enroscada en un pote bolis de esos con diez mil cajoncitos para diez mil cositas de oficina (bolis, tijeras, clips, gomas...). Parecía que le gustaba, no se si podéis ver del todo bien lo liada que está (la foto la hice con el móvil viejo), hasta pasó por dentro de uno de los agujeros para poner los dedos en las tijeras (azul claro)! Parecía cómoda y todo.


Como ese no era sitio para una serpiente mi padre la sacó de casa y la dejó en unos hierbajos. Se puso unos guantes de esos supergordos y la cogió con unas tenazas de esas para girar la carne en la paella. En cuanto notó que la tenían agarrada, la serpiente empezó a morder con una mala leche... Suerte que no mordió a nadie, sólo a las tenazas. La verdad es que no tengo demasiada idea de por donde entró, ya que en el estudio no hay ventanas que se puedan abrir ni ninguna puerta cerca de el exterior. Pero bueno, fue una visita curiosa.